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En los últimos días, a raíz de las declaraciones del ministro de Educación, en relación con que “… las universidades estatales son aquellas que representan el lugar donde se construye la cultura, donde se construye el futuro, donde se construye el pensamiento, en el que el mandante es el conjunto del país…”, se ha generado un amplio debate universitario. Estas declaraciones no pueden ser aceptadas por las comunidades de nuestras universidades y así lo hemos expresado con fuerza y decisión. Es evidente que intentar coincidir lo público con lo estatal reduce la esfera pública a un ámbito estrecho. Así, en vez de fortalecer lo público, se lo debilita. Lo público no es una cualidad jurídica o relativa a la propiedad de las instituciones, sino que una característica que se deriva del tipo de actividad que las instituciones realizan. Este principio subyace en la historia de la educación superior chilena y no debe ser abandonado. El Estado debe ocuparse de sus instituciones, pero ello no debe ocurrir al precio de desatender al resto del sistema que posee una historia en la construcción del país, tiene una genuina orientación pública, tanto porque produce bienes públicos de importancia, como porque está abierto a todos y todas. Cualquier política de educación superior debe tener en cuenta que un sistema de educación superior mixto, con orientación pública y carente de fines de lucro, forma parte de la cultura nacional por más de cien años.

La red de universidades públicas no estatales (G9), que reúne a nueve instituciones, ocho de ellas regionales, destacan por su calidad en diferentes ámbitos del quehacer académico. De hecho, el sistema de educación superior de nuestro país se formó desde ocho instituciones, sólo dos estatales y seis de carácter público no estatal —estas últimas que actualmente pertenecen al G9—, varias reconocidas a nivel regional y mundial. Cuentan estas universidades con el mayor promedio de años de acreditación institucional, representan más del 40% de la matrícula del CRUCh de pregrado y postgrado, con más de la mitad de los alumnos y programas de doctorado, quienes una vez graduados van a investigar y a realizar docencia en todas las universidades del país. Los académicos, titulados y graduados de las universidades del G9, representan el 50%del total de profesores de todas las instituciones pertenecientes al CRUCh. En cuanto a la investigación, el aporte al país representa más de la mitad de los proyectos Fondecyt y de las publicaciones internacionales indexadas, con el mayor índice de impacto de calidad y el 75% de los proyectos de desarrollo y transferencia tecnológica. Además, las universidades públicas no estatales tenemos un notorio liderazgo en proyectos de innovación, patentes y licenciamientos.

La red G9 reúne a instituciones con alta selectividad en el proceso de admisión, siendo en la mayoría de ellas amplia en la procedencia escolar y socioeconómica de los estudiantes, que en muchos casos presentan un alto índice de vulnerabilidad. Recibimos un aporte estatal desde nuestros orígenes, que se basa en la investigación realizada y en los proyectos docentes prioritarios para el país. Es evidente que debemos fortalecer y ampliar este aporte estatal, no podemos retroceder en todo lo que hemos logrado como aporte al país. Se debe, además, resaltar el rol de las instituciones regionales; esto es evidente desde Antofagasta hasta Valdivia, incluyendo Valparaíso, Concepción, Talca y Temuco, lugar en que se desarrollan nuestras universidades, aportando en docencia, creación de nuevo conocimiento, reflexión cultural, convivencia social y participación ciudadana.

El sistema de educación superior está llamado a reflejar la diversidad de Chile, como corresponde a una sociedad democrática. Es decir, la diversidad de orientaciones y propuestas educativas debe estar presente en la totalidad del sistema. La diversidad no es un defecto que haya que tolerar, sino una virtud que el país debe cuidar. Y aquí el aporte de las universidades de vocación pública no estatal que forman parte del G9 es de vital importancia.

Ignacio Sánchez D.

Rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile
En columna publicada en La Segunda el 09 de marzo de 2014

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