Señor director:

Aliro-BorquezCon mucha preocupación hemos leído las declaraciones de la ministra de Educación publicadas el sábado en La Tercera, respecto de su ofrecimiento para las universidades laicas del G9 de transformarse en universidades estatales, bajo algunas condiciones. Si bien, compartimos su apreciación sobre el fundamental aporte de estas universidades al desarrollo del país y las regiones, consideramos que la exclusión que se deriva de ello para las seis universidades católicas de la Red G9 es arbitraria e injusta.

Las universidades católicas han tenido presencia en la educación superior del país hace más de un siglo. Hemos continuado honrando esta herencia, cada una desde el aporte que realiza a los habitantes de sus territorios. Basta recordar que fue la UC del Maule la que recibió a la mayor parte de los estudiantes que dejó el cierre de la Universidad del Mar cuando el Estado no contó con sus universidades; o que fue nuestra UC de Temuco la que recibió a más del 50% de los estudiantes del programa PACE implementado por el actual gobierno, atendiendo a las necesidades de los estudiantes más vulnerables; o que las Universidades Católica de Chile, Católica de Valparaíso y Católica del Norte explican en gran parte la producción científica y tecnológica del país.

No entendemos la exclusión de la que somos objeto, primero con esta reforma y luego con estas declaraciones de la ministra, quien cursó parte de sus estudios en nuestras aulas y mejor que nadie debiera entender el valor público que implica nuestro esfuerzo desde 1959 en La Araucanía. Al situar nuestro propósito en la “formación de Cristianos” expresa un gran desconocimiento de nuestro ideario y nuestra misión.

Nuestro texto fundacional señala que la institución nace para dedicarse a “la formación amplísima de los futuros profesionales, al cultivo de las ideas que abren nuevos surcos al saber, y a la investigación que perfecciona la vida y las instituciones, generando nuevos horizontes y posibilidades a su gente y sus territorios”.

Estamos al servicio de miles de jóvenes y sus familias, sin importar su credo, condición social ni etnia. Esperábamos un trato justo en la reforma, pero percibimos un maltrato, un desconocimiento a nuestro aporte, a nuestro rol y a nuestra historia, así como una clara amenaza al desarrollo de nuestro proyecto universitario.

PUBLICADA en La Tercera / Sábado 9 de julio de 2016
Aliro Bórquez Ramírez, Rector Universidad Católica de Temuco

+ Ver carta en La Tercera.

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